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Pandemia y guerra: otra evidencia de behavioral

David Cano Martínez,
Socio director de Afi Inversiones Globales

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Estamos en marzo de 2022, pero me recuerda mucho (demasiado) a marzo de 2020. Me pongo a escribir sobre economía y mercados financieros con la misma sensación de irrespetuosidad. Ante el drama humano que estamos sufriendo (también entonces) me incomoda hablar del PIB, de la inflación, de los tipos de interés o de las cotizaciones de las divisas. Pero entiendo que este es mi trabajo y que esta es mi muy modesta aportación a la sociedad. Escribir unas reflexiones sobre lo que estamos viviendo y lo que podríamos tener que vivir en los próximos meses. Pero con la misma advertencia que hacía hace 24 meses: la incertidumbre es total y no se puede descartar ningún escenario.

También reconocí nuestra falta de visibilidad sobre lo que podía suceder pasar cuando las autoridades decidieron confinar a la población: “la pandemia puede durar apenas unos días o puede ser el final del ser humano sobre la Tierra”. Así de optimista, así de alarmista. Y ni lo uno, ni lo otro. Dos años ha durado la pandemia (uso el pretérito perfecto compuesto, asumiendo que el carácter sistémico del virus ha terminado, que se podrá “gripalizar”). Y durante este tiempo el cerebro humano ha vuelto a demostrar que es capaz de alcanzar logros científicos inimaginables hace unas décadas. Ha confirmado que puede conseguir “lo mejor” pero, al mismo tiempo, que no somos racionales o, al menos, no somos “racionales iguales” unos a otros.

Cómo nos hemos enfrentado al riesgo a contagiarnos y a contagiar, a las vacunas, al uso del gel hidroalcohólico y las mascarillas, etc. son un paradigma de la asimetría en la toma de decisiones en un entorno de incertidumbre y, además, de miedo. Un nuevo caso de economía conductual (behavioral economics). Pero también de sesgo retrospectivo ya que ahora se nos olvida (o algunos se nos ha podido olvidar) que se manejaban escenarios absolutamente catastróficos sobre la imposibilidad de encontrar una vacuna eficaz o de que íbamos a morir todos (o casi todos). Dos años después no nos creemos que había tanta disparidad de opiniones. Pensamos que existía consenso (es lo que tiene el paso del tiempo, que borra, de forma selectiva, ciertos recuerdos). También caímos en el sesgo de confirmación, aquel que sufrimos cada vez con más frecuencia debido al uso excesivamente frecuente de las redes sociales: las noticias, comentarios y gráficos que leíamos o veíamos reforzaban nuestra opinión (ver mi post: “sesgo de confirmación y redes sociales, https://www.elalcazardelasideas.es/sesgo-de-confirmacion-y-redes-sociales/).

Como señala Lamo de Espinosa (1) en su último libro, “los cisnes negros son cada vez más frecuentes y debemos acostumbrarnos a pensar lo impensable. La ciencia social ha fracasado de estrepitosamente en ocasiones cruciales en la última década y no fue capaz de prever ni la caída de la Unión Soviética, ni la amenaza del terrorismo islamista en 2001, ni la “primavera árabe” ni el “invierno autoritario” que le siguió, ni tampoco la elección de Donald Trump o el Brexit. Y la COVID19 nos pilló totalmente faltos de preparación”. Y es obvio que ahora podemos añadir: nadie se esperaba la invasión de Ucrania.

Dirán que después de los eventos extraordinarios de los últimos tiempos (algunos añaden Filomena) ya nada más podía pasar. Me temo que quien piense así cae en la falacia del jugador. Después de que salgan 7 caras seguidas, la probabilidad de que salga otra cara es… ¡del 50%! La intuición nos dice que debe ser mucho menos, pero el sistema 1 (2) nos engaña. Hay que recurrir al sistema 2 y darnos cuenta de que los fenómenos son independientes (3).

Como también lo son, o deberían ser, los sucesos a la que no estamos enfrentando en los últimos tiempos. La duda, y vuelvo a reconocer la enorme incertidumbre en la situación actual, es poder anticipar la cadena de acontecimientos que está por venir, sobre todos los “dependientes”. Predecir el impacto sobre el crecimiento económico y la inflación de la guerra es, ahora, casi imposible. Lo enormemente difícil es poder anticipar cómo reaccionarán los bancos centrales. De momento, no queda más que seguir de cerca los acontecimientos y ser flexible, resiliente y ágil. Una vez más, sí. Es lo que tiene vivir en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA).

 

(1) “Entre águilas y dragones”. Espasa, 2021.
(2) “Pensar rápido, pensar despacio”. D. Kahneman
(3) La probabilidad de que salgan 7 caras seguidas es del 0,781%. La probabilidad de que tras 6 caras salga otra cara es del 50%.


 

David Cano Martínez

David Cano Martínez

Socio director de Afi Inversiones Globales.
Licenciado en Dirección y Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y Máster en Finanzas Cuantitativas por Afi Escuela de Finanzas, es socio de Analistas Financieros Internacionales y Director General de Afi Inversiones Globales, SGIIC, empresa especializada en la gestión de carteras y asesoramiento a inversores institucionales, fondos de inversión y fondos de pensiones. Más de 20 años de experiencia profesional.
Coautor de una docena de libros de mercados financieros y economía y de un centenar de artículos sobre política monetaria, mercados financieros, fondos de inversión, gestión de carteras y finanzas empresariales.
Es profesor de los más prestigiosos centros de postgrado en finanzas españoles (como Afi Escuela de Finanzas) y colabora habitualmente en los medios de comunicación.
@david_cano_m

 

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