La credibilidad empresarial, la clave del éxito en un mundo post-pandemia

CESCE

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La transformación digital a la que la Covid obliga ha generado una revolución en la sociedad y en sus hábitos de consumo. En un mundo que va a toda velocidad es imposible diferenciarse con el producto o los servicios. Por ello, la existencia de una marca confiable se convierte en la mejor “vacuna” para las empresas. 

La pandemia del coronavirus llegó -y sigue presente- a nuestras vidas como un elefante en una cacharrería, trastocando muchos de los principios y hábitos que estaban asumidos por la sociedad. Una de sus múltiples consecuencias, desde un punto de vista empresarial, es el impulso que ha dado a todo los relacionado con las tecnologías digitales. De repente y por arte de magia, todos aseguran que un negocio que era un bombazo hace un par de años está condenado al fracaso porque no ha impulsado su trasformación digital.

¿Es eso cierto? ¿Es posible vivir de espaldas al mundo digital? Por suerte o por desgracia, existen demasiados signos que indican que no es posible. El virus ha convertido la tecnología en algo omnipresente y, aunque no guste, no queda más remedio que adaptarse a ello.

Las empresas son plenamente conscientes de estos cambios. Y muchas se han puesto manos a la obra para evitar que el tsunami digital se las lleve por delante. El mayor volumen de recursos financieros y humanos permite que las grandes multinacionales lleven ventaja en este sprint tecnológico, pero, poco apoco, el resto del panorama empresarial se sube a un carro del que parece difícil que pueda bajarse.

Y es que esta sociedad digital que algunos llaman post-Covid, pero que aún convive con el virus, parece que habita en un mundo en el que todo va a toda velocidadLa digitalización lo ha acelerado todo, lo que dificulta, y mucho, una gestión normalizada de los negocios. Sirva como ejemplo lo complicado que le resulta a cualquier emprendedor tratar de planificar cualquier actuación cuando todo es volátil y cambia en un plazo de seis meses aproximadamente. Por todo ello, más que planificar y ser más eficiente, ahora es el momento de agilizar las estructuras de las empresas. Solo así se podrán tomar decisiones rápidas. Sin duda, habrá errores, pero quizá eso sea mejor que quedarse quieto.

Uno de los antídotos que pueden utilizarse para luchar contra un mundo que vive en la incertidumbre es la confianza. En otras palabras, el mayor error que los nuevos negocios pueden cometer en la actualidad pasa por perder su credibilidad. Eso es mucho más dañino que cosechar fracasos con productos equivocados o que se hubieran lanzado al mercado en un momento que no era el adecuado. ¿Exagerado? Nada de eso. Huelga decir que lo que una empresa vende sigue siendo importante, pero esta sociedad se dirige irremediablemente a un territorio en el que el producto o el servicio pierde importancia y, desde luego, ya está lejos de ser el principal factor de diferenciación de una empresa frente al resto de rivales. ¿Por qué? Pues porque la tecnología permite que una innovación disruptiva se convierta en un commoditty en menos de esos seis meses de los que hablábamos antes.

¿O acaso sería posible que una empresa (léase Apple) pudiera convertirse en la firma más grande del mundo por capitalización bursátil porque fue la primera que sacó al mercado un smartphone? ¿Cuánto tiempo se tardó entonces en copiar un iPhone mejor que el de Apple y cuánto se tardaría ahora? A comienzos de siglo fueron años, ahora en un mundo post-Covid quizá hablemos de semanas o de pocos meses.

A la vista está que el mundo ha cambiado y que ahora es imposible triunfar de la misma forma que hace veinte o quince años. Y todo eso ha ocurrido por la transformación digital a la que la pandemia ha obligado a la sociedad en general y a las empresas en particular.

Pero, como decíamos antes, la confianza y la credibilidad son el mejor arma para competir en un entorno en el que todo ocurre muy deprisa y en el que es casi imposible diferenciar un producto de otro. Y es precisamente ese mundo de replicas indiferenciadas, lo que da más valor a la citada credibilidad, al convertirse en la variable que marcará las decisiones de compra de muchos consumidores.

Dicha credibilidad se ha convertido, por tanto, en el factor diferencial de muchos productos o servicios. De ahí que resulte lógico el interés de muchas empresas en utilizar todas las herramientas que tiene a su alcance (tradicionales y digitales) para construirse una marca creíble. Y es que una enseña de calidad es fundamental en la actualidad, ya que será ese nombre o ese logotipo lo que dictará al consumidor qué es lo que debe adquirir, aunque a su alrededor exista un universo de opciones prácticamente idénticas.

Los emprendedores deben ser conscientes de este cambio radical en los hábitos de consumo y saber que, sin descuidar el producto o el servicio, deben invertir hasta convertirse en una marca confiable y respetable. La credibilidad será su billete más fácil al éxito en un mundo en la que todo gira a gran velocidad y en el que es casi imposible tomar decisiones en base a los criterios que se utilizaban hace pocos años. Para bien o para mal, esta aceleración es otra de las herencias que deja la Covid y que también obliga a las empresas a estar vacunadas.

 


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