El poder de la destrucción creativa

David Cano Martínez,
Socio director de Afi Inversiones Globales

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No son pocas las voces que predicen el final del capitalismo. Unas lo hacen desde el deseo, otras desde el temor. Unas no son rigurosas en sus tesis, otras manejan razones que merecen ser atendidas. Entre éstos últimos, el economista Schumpeter (1883 – 1950), reconocido como uno de los mayores agoreros sobre el futuro del capitalismo. Que lo fuera en los primeros años 40 del siglo pasado resta credibilidad a su postura, salvo que parte de los argumentos se estén repitiendo ahora, y con más intensidad ante la “convergencia de tecnologías exponenciales (1)”. Schumpeter predecía que las grandes empresas acabarían por expulsar a las pequeñas y medianas y entendía que la destrucción creativa (el proceso mediante el cual emergen continuamente nuevas innovaciones, convirtiendo en obsoletas las tecnologías existentes) sería negativa para el capitalismo.

Sin embargo, para P. Aghion, C. Antonin y S. Bunel, “el poder de la destrucción creativa reside sobre todo en su formidable capacidad de generar crecimiento. Fue la destrucción creativa la que llevó a nuestras sociedades a niveles de prosperidad inimaginables hace apenas doscientos años”. Visión, por lo tanto, optimista sobre la ola innovadora en la que estamos inmersos, si bien advirtiendo de que no por ello se debe imponer un laissez faire: “el desafío que enfrentamos es entender los resortes de este poder para orientarlo hacia un crecimiento más ecológico y equitativo, hacia una prosperidad más sustentable e inclusiva. La destrucción creativa es la fuerza conductora del capitalismo, asegurando su renovación y reproducción permanente, pero al mismo tiempo genera riesgos y turbulencias que deben ser administrados y regulados”.

Portada libro "El poder de la destrucción creativa"

“El poder de la destrucción creativa” es un libro de economía, plagado de referencias a estudios académicos que otorgan credibilidad a las posiciones defendidas. Pero más allá de ello, el sentido común de lo que defienden los autores hacen que el libro sea una lectura recomendable, de la que se aprende teoría económica, pero también argumentos para posicionarse sobre alguno de los aspectos de más actualidad.

Por ejemplo: “Gravar con impuestos a los robots puede ser contraproducente: desestimular la automatización inhibirá el potencial de innovar en empresas, de expandir sus mercados y, por tanto, de crear nuevos empleos”.

No es una buena política bajar los impuestos a cualquier precio bajo el pretexto de estimular el crecimiento, como tampoco lo es aumentarlos de manera exacerbada. La política fiscal es una herramienta indispensable para estimular el crecimiento y hacerlo más inclusivo, a la vez que permite al Estado invertir en palancas del crecimiento como educación (no habría Silicon Valley sin Standford), salud, investigación e infraestructuras, así como redistribuir la riqueza y asegurar a los individuos contra los riesgos idiosincráticos (desempleo, enfermedad y obsolescencia de las aptitudes) y los riesgos macroeconómicos (guerras, crisis financieras, pandemias…). Pero esta herramienta debe usarse con precaución: impuestos excesivos pueden desestimular la innovación y, en consecuencia, el crecimiento. Una política fiscal que desaliente la innovación no solamente perjudica el crecimiento, sino que también podría impedir la movilidad social al no favorecer la destrucción creativa".

Me ha parecido muy útil la comparación de la economía china e india para señalar que no siempre es necesario desarrollar el sector industrial/manufacturero antes de llegar a la terciarización, por muy habitual que haya sido (y lo está siendo en China) pero no en India: “aunque continuamos creyendo en las virtudes de la industrialización, los servicios también constituyen una palanca comercial de crecimiento que no debería ser ignorada. Además, evitar las fases de industrialización masiva es una manera eficaz de conciliar el crecimiento con la protección del medio ambiente”. Y también son útiles las frecuentes referencias al caso de Corea del Sur y cómo ha transitado desde una economía de los chaebol a otra de elevada productividad y componente tecnológico.

También útil el recordatorio de que cuanto más peso tienen los intangibles en la economía, más errores se comenten midiendo la actividad a través del PIB: “el PIB es apropiado para economías en las que la producción de bienes físicos es dominante, pero no lo es para reflejar la importancia creciente y la variedad de servicios en una economía digital”. Atención, por lo tanto, al error de diagnóstico que se puede estar cometiendo al recurrir al “estancamiento secular (2)

Los autores están a favor de la competencia, ya que “estimula la innovación y el crecimiento, en especial en las empresas que están cercanas a la frontera tecnológica, ya que el efecto es negativo para las que están lejos de la frontera tecnológica”.

Y están a favor del capitalismo, pero “con una mejor regulación. Si bien el capitalismo debe recompensar la innovación con rentas, debe además regularla para evitar que estas rentas conduzcan a la desaparición de la competencia, comprometiendo así las innovaciones futuras”.

Los autores están a favor de la innovación La innovación tiene virtudes que las otras fuentes de los más altos ingresos no tienen: en el largo plazo, las rentas de la innovación se disipan y distribuyen debido a la imitación y la destrucción creativa. Es decir, la desigualdad generada por la innovación es temporal. Además, la innovación genera movilidad social, permite a los nuevos talentos entrar en el mercado y desplazar, parcial o totalmente, a las empresas ya existentes. La destrucción creativa es un mecanismo mediante el cual la innovación genera movilidad social. El proceso de globalización, contemporáneo a la ola de las TIC, incrementó de manera sustancial la retribución potencial de la innovación (efecto escala) y, al mismo tiempo, el coste potencial de no innovar (efecto competencia)”

Los autores están a favor de la financiación privada de la innovación (por ejemplo, a través del capital riesgo): “para una empresa estadounidense es más fácil encontrar la financiación necesaria para crecer. Su sistema financiero selecciona las empresas que tienen más potencial para crecer”. Y no puedo estar más de acuerdo con esta frase que describe el papel que cada vez en mayor medida asume el capital riesgo (y que se está lejos del que la sociedad considera): “compartir su experiencia, conocimiento, saber hacer y redes de contracto con un emprendedor que en muchos casos no tiene experiencia y conocer poco sobre cómo funciona el mercado. Percibíamos al inversor institucional como cortoplacista e inconstante, no partidario de la innovación y mucho menos de la innovación disruptiva. Pero lo datos empíricos derribaron estos preconceptos: encontramos una correlación positiva entre el porcentaje del capital de la empresa perteneciente a inversores institucionales y la intensidad de la innovación en la empresa, en especial, en las que enfrentan una intensa competencia. El ecosistema financiero tiene una influencia importante en la innovación”

Los autores están a favor de la presencia del Estado, pero con un enfoque diferente al que habitualmente maneja quien reclama un mayor papel de éste. Así, valoran muy positivamente al Estado por:

  • Su capacidad de regular para garantizar la remuneración (“Rentas de innovación”): “La innovación está motivada por la promesa de lograr rentas monopolizadoras como recompensa para innovar. La innovación depende de los incentivos y la protección de los derechos de autor. Ello requiere el papel del Estado como protector de los derechos de propiedad de la innovación. La innovación necesita de un entorno institucional favorable, comenzando con una buena protección de los derechos de propiedad. La misma revolución tecnológica puede tener efectos diferentes en el crecimiento de largo plazo dependiendo de si es o no acompañada por una política de competencia apropiada. La competencia no es incompatible con una política industrial bien diseñada. Mientras que la política de competencia no tenga en cuenta la innovación, las revoluciones TIC y la inteligencia artificial interrumpirán, en lugar de estimular, la innovación y del crecimiento. La política de competencia integrada con la innovación no solo estimula el crecimiento, sino también la movilidad social. Por ello están importante y, en verdad, complementaria de los impuestos progresivos para lograr un crecimiento menos desigual y más inclusivo”.
  • Su capacidad de financiar la innovación: “el Estado como inversor”
  • “El Estado tiene una doble función: preservar la competencia así como la libre entrada de nuevos innovadores en el mercado de bienes y servicios. El Estado debe actuar estimulando la entrada en el mercado de nuevos innovadores y no dejarse corromper por las empresas ya establecidas. Debe establecer salvaguardas y controles para que no haya abuso de poder

En sí misma, una revolución tecnológica no significa nada. Lo que determina la perspectiva de crecimiento de un país es la combinación de la revolución tecnológica con instituciones y políticas económicas.

El Estado debe asegurar a los empleados por los riesgos de posibles pérdidas de empleo” A este respecto, atención a esta frase: “La pérdida de empleo no está causada por las empresas que automatizan su proceso manufacturero sino más bien por las compañías que se lo pierden. La historia de las revoluciones tecnológicas pasadas muestra que ninguna de ellas dio lugar al desempleo masivo que muchos anticipaban. Las empresas o plantas, automatizan su actividad productiva terminan siendo creadoras de empleo, siendo en realidad las que no se automatizan lo suficiente las que destruyen empleo, porque su fallo al automatizar Las lleva a declinar y quizá a quedar fuera del mercado.

En conclusión, un libro de economía muy recomendable, con un soporte teórico claro, pero avalado por abundantes referencias académicas que aportan rigor al debate.

 

(1) Según P. H. Diamandis y S. Kotler en “El futuro va más rápido de lo que crees”. Ediciones Deusto. 2020.
(2) Ver “Sand Hill Road es el camino” mi reseña del libro “Capitalism without Capital” https://elalcazardelasideas.blogspot.com/2018/03/sand-hill-road-es-el-camino_25.html


 

David Cano Martínez

David Cano Martínez

Socio director de Afi Inversiones Globales.
Licenciado en Dirección y Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y Máster en Finanzas Cuantitativas por Afi Escuela de Finanzas, es socio de Analistas Financieros Internacionales y Director General de Afi Inversiones Globales, SGIIC, empresa especializada en la gestión de carteras y asesoramiento a inversores institucionales, fondos de inversión y fondos de pensiones. Más de 20 años de experiencia profesional.
Coautor de una docena de libros de mercados financieros y economía y de un centenar de artículos sobre política monetaria, mercados financieros, fondos de inversión, gestión de carteras y finanzas empresariales.
Es profesor de los más prestigiosos centros de postgrado en finanzas españoles (como Afi Escuela de Finanzas) y colabora habitualmente en los medios de comunicación.
@david_cano_m

 

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