600 millones de taladros

David Cano Martínez,
Socio director de Afi Inversiones Globales

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Leo en “La era de la humanidad” de Marc Vidal que en el mundo hay aproximadamente 600 millones de taladros que sólo se van a utilizar 13 minutos de media cada uno. Me parece una muestra de uno de los ejes por los que va (y debe) cambiar la economía mundial en los próximos años: de la posesión al uso y a la experiencia; del producto al servicio. Las implicaciones son enormes en todos los sectores (tanto por el lado de la oferta como de la demanda), así como en la estructura financiera y en la función de intermediación del ahorro, y también en la sostenibilidad medioambiental. “Se acaba la propiedad tal y como la hemos entendido. El producto pasa a ser servicio”.

También Mauro Guillén, en su último libro, “2030”, analiza en su capítulo 7 esta megatendencia (“Owning is out; sharing is in”). El indicador del grado de desarrollo de una economía que supone la posesión de bienes está dando paso al de uso y disfrute, a la acumulación de experiencias. Ha nacido una nueva clase social: “sharing class”. Quiero vivir en una buena casa, pero no es necesario que sea mía. Quiero pasar mis vacaciones en un apartamento en la playa, pero que puedo alquilar. Quiero conducir, pero no me compraré un coche (incluso, es posible que no quiera conducir, sino que lo haga un sistema informático por mí). Complementa esta idea Vidal con esta frase “El coche del futuro no será un producto, sino un servicio. No compraremos coches, los usaremos cuando se precisen. En casi todas las ciudades hay coches estacionados por todas partes, lo cual, en la mayoría de los casos, supone una molestia, un elemento ineficaz de la organización de una ciudad”. Imagine, que diría John Lennon (así es como titula Guillén su capítulo).

Déjenme que extrapole esta idea al mundo empresarial. La función de una empresa puede ser, por ejemplo, transportar personas o mercancías, alojar personas, intermediar el ahorro, enseñar idiomas o finanzas o fabricar tornillos o teléfonos móvil. ¿Es necesario que los aviones o trenes, los edificios o las máquinas sean de su propiedad? ¿Es recomendable que las oficinas, almacenes u ordenadores que utilizan formen parte de su activo, con la necesidad de financiarlo y atender a los gastos y “rigideces” que originan? En mi opinión, no. Las empresas que sean capaces de “externalizar su balance” puede ser más flexibles, más rentables y más innovadoras.

Las implicaciones para la arquitectura financiera son también intensas. Tradicionalmente el ahorrador ha acudido a una entidad crediticia para contratar un depósito con el que la entidad concede financiación a una empresa para que esta adquiera el activo. Pero el modelo de canalización cambia. El ahorrador debe mutar a inversor (from saver to investor #FS2I). Esto es, debe adquirir los bienes (de forma directa o, mejor, a través de vehículos o sociedades) que pondrá a disposición del usuario, la empresa, quien le remunerará por su uso. Sí, no es nada muy diferente a que una familia adquiera un local comercial o una oficina que alquila a una frutería o unos abogados (también aquí lo podría hacer mediante la inversión una SOCIMI, por ejemplo). Es, simplemente, dar un salto más, ampliar los activos en los que invierte, generalizarlo al conjunto de la sociedad y vehiculizarlo. Es invertir en un fondo que, por ejemplo, adquiere aviones que alquila a las aerolíneas. Evidentemente, implica asumir riesgo (de mercado, de crédito y de liquidez) pero va a ser la única forma de conseguir rentabilidad nominal positiva en los próximos años ante las perspectivas de mantenimiento de políticas monetarias ultraexpansivas, que podrían coexistir con cierta normalización de la inflación.

La economía circular, la sustitución de productos por servicios y una tendencia al uso en lugar de la posesión irán acompañando el cambio”. Buscamos tejidos empresariales más eficientes, flexibles y sostenibles que deben ser financiados por los, hasta ahora, ahorradores, quienes han de asumir su parte de responsabilidad. Sí, “responsabilidad”. Me refiero a que es muy lícito y recomendable que exijamos el desarrollo de un tejido empresarial. Pero alguien tendrá que financiarlo, asumiendo riesgos. Ese es el papel que debe protagonizar, cada vez más, el ahorrador, en una transformación a inversor.

 


 

David Cano Martínez

David Cano Martínez

Socio director de Afi Inversiones Globales.
Licenciado en Dirección y Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y Máster en Finanzas Cuantitativas por Afi Escuela de Finanzas, es socio de Analistas Financieros Internacionales y Director General de Afi Inversiones Globales, SGIIC, empresa especializada en la gestión de carteras y asesoramiento a inversores institucionales, fondos de inversión y fondos de pensiones. Más de 20 años de experiencia profesional.
Coautor de una docena de libros de mercados financieros y economía y de un centenar de artículos sobre política monetaria, mercados financieros, fondos de inversión, gestión de carteras y finanzas empresariales.
Es profesor de los más prestigiosos centros de postgrado en finanzas españoles (como Afi Escuela de Finanzas) y colabora habitualmente en los medios de comunicación.
@david_cano_m

 

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