Las alianzas, en el centro de la Responsabilidad Social Corporativa

CESCE

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El año del coronavirus ha dejado claro que la unión hace la fuerza. La vacuna contra la Covid-19, la gran esperanza para terminar de una vez por todas con la pandemia, no habría sido posible sin grandes alianzas entre laboratorios, empresas e instituciones públicas. Colaboraciones como las de la Universidad de Oxford con la farmacéutica AstraZeneca e incluso rivales tradicionales como Sanofi y GSK, o la alemana BioNTech con la estadounidense Pfizer y la china Fosun Pharma.

No solo las grandes farmacéuticas. Las pequeñas y medianas empresas también han aunado fuerzas en iniciativas que buscan un interés compartido, aun siendo empresas competidoras. El sector librero, por ejemplo, ha intentado hacer frente al gigante Amazon a través de la todostuslibros.com; otros pequeños comercios han impulsado conjuntamente plataformas que aglutinan la venta digital por zonas geográficas, como Aprop en Barcelona o Bolozon en Toledo. Algunas grandes marcas de cerveza, a su vez, están llevando a cabo importantes campañas de apoyo a los pequeños establecimientos hosteleros de toda España.

Las estrategias de RSC durante este 2021 tienen como nota común una visión más amplia y colaborativa que nunca. Según los datos del I Observatorio sobre Tendencias en RSC y Sostenibilidad publicado por EAE, el 99% de los representantes de más de cien empresas encuestados aseguran estar dispuestos a firmar alianzas con otras organizaciones o empresas. El 95% de ellos incluso lo harían con negocios de la competencia. El principal beneficio de tejer alianzas es la complementariedad entre los negocios, fundamental para superar la crisis económica. Las campañas de marketing, los servicios de logística –desde la venta online segura hasta la mensajería- o la relación con proveedores puede ser mucho más ventajosa si se realiza de forma conjunta entre varias pymes o negocios.

Sin olvidar los acuerdos con colectivos y entidades sociales, en un momento tan delicado pero que ha despertado tanta solidaridad ciudadana como el actual. Apoyar a organizaciones no gubernamentales o a instituciones de apoyo a los más vulnerables, además del impacto positivo en la sociedad, permite mejorar la reputación social del negocio –y, en última instancia, la percepción de potenciales clientes.

Las tendencias actuales de la RSC

El golpe del coronavirus durante todo este año ha condicionado las tendencias de la Responsabilidad Social Corporativa, que ha puesto a las personas más en el centro si cabe, si bien otros focos habituales, como la sostenibilidad, siguen con vigor.

El enfoque más humano de la gestión empresarial provocado por la Covid-19 ha venido para quedarse e influirá en las estrategias de RSC en los próximos años. En este sentido, y vistos los efectos de la pandemia, cualquier empresa que desarrolle una estrategia para ser socialmente comprometida ha de saber que la salud de sus empleados y de la sociedad es lo principal. Las personas son frágiles; por ello, la empresa debe garantizar su seguridad y bienestar y avanzar en ámbitos como la salud física y mental y en la siempre complicada conciliación.

De hecho, la conciliación entre la vida personal y el trabajo es otro de los focos que debe contemplar la RSC a nivel interno. El teletrabajo y la flexibilidad laboral son fórmulas indiscutibles para mejorarla. Y para ello es necesario que las empresas avancen en sus procesos de digitalización, para evitar brechas entre trabajadores. La formación y capacitación de los empleados -e incluso la difusión de habilidades digitales entre la sociedad –a través de campañas- permite avanzar en productividad y en la facilidad para desarrollar nuestro negocio.

Las empresas que quieran desarrollar una estrategia de RSC tampoco pueden olvidar la sostenibilidad y la integración de la diversidad. La pandemia nos ha mostrado, además de la fragilidad del ser humano, la del medio ambiente, y que los problemas locales pueden hacerse rápidamente globales, y viceversa. Tanto las epidemias como las protestas sociales (como la del Black Live Matters) circulan a la velocidad de la luz en un mundo cada vez más interconectado.

El valor de la reputación en tiempos de Covid

La crisis que vivimos supone un punto de inflexión en la gestión empresarial –que ha de poner a las personas en su epicentro- e, indirectamente, en la gestión de la reputación y de la marca corporativa. Tanto en una como en otra influye la estrategia de RSC, capaz de modular el sentimiento de los consumidores y la sociedad hacia la empresa, y de construir fidelidad, respeto y confianza que, en última instancia, se pueden transformar en mayores ventas.

Gestionar correctamente la reputación y la marca –el quién eres, cómo eres y por qué haces lo que haces- ayuda a reducir la incertidumbre y la toma de decisiones.

 


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