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La victoria económica más inesperada de España sobre Europa

Alex Ordóñez,
Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

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Las cosas han cambiado mucho desde un punto de vista económico en la Unión Europea en los últimos años. En concreto, desde la crisis de deuda de 2012 a la actualidad. Entonces, España estaba integrada junto a otros países del sur del Mediterráneo, como Italia, Portugal o Grecia, en un grupo que recibía el despectivo apelativo por parte de los estados del centro y norte de la UE, de PIGS.

Ahora, en cambio, nuestro país puede presumir de liderar el crecimiento en la eurozona, por encima de Francia y, sobre todo, de Alemania, cuya economía no levanta cabeza desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Todo ello debido a la elevada dependencia energética que los germanos tienen del país presidido por Vladimir Putin. Así, España crece a tasas por encima del 2% mientras que el resto se conforma con alcanzar el 1% a duras penas y algunos incluso con superar a duras penas el 0%.

En  cuanto al otro aspecto por el que Bruselas nos sacaba los colores en el pasado, el endeudamiento, la realidad es que el pasivo nacional se reduce cada vez más respecto al PIB mientras que el déficit público situado en el 3% contrasta con, por ejemplo, el de Francia, que supera con creces el 5%.

Con todo, existen variables en las que nuestro país sigue estando a mucha distancia de nuestros vecinos comunitarios. La más importante, ya que afecta a todo el mundo, es el PIB per cápita. O dicho de otro modo, la riqueza que cada uno tiene. Pues bien, dicha tasa se mantiene prácticamente invariable desde hace mucho tiempo, pese al sólido crecimiento económico que España muestra.

¿Por qué ocurre esto? Pues porque España también sigue estando a la cola de Unión Europea en otra variable de la que depende el PIB per cápita. Se trata en concreto de la productividad de los empleados por hora trabajada. Aquí, nuestros vecinos del norte pueden seguir criticando a España, debido a la enorme brecha que nos separa de ellos, y que según un reciente informa de BBVA se sitúa en más del 19%.

Esta baja productividad impide a las empresas ser más rentables, lo que las impide elevar los salarios en mayor medida, lo que impulsaría de paso el PIB per cápita nacional. Por tanto, la pescadilla se muerde la cola y sin más productividad no habrá más riqueza. Se trata así de un problema que afecta a todo el mundo y que no puede resolverse de la noche a la mañana.

Con el fin de revertir esta situación, el Gobierno ha creado un comité de expertos que analizará las estrategias a seguir para reducir la brecha en productividad. Pero como ya se ha comentado las soluciones tardarán en llegar. Ello debido a que el problema de la baja productividad nacional viene de lejos y se debe principalmente al elevado peso que en el PIB de nuestro país tienen sectores de poco valor añadido. Al ser una economía más orientada al turismo y los servicios en vez de a la industria y a la tecnología se reduce el aporte que las empresas y los trabajadores otorgan a la economía.

Esto no se ha podido solucionar con la importante mejora que está experimentado nuestro mercado laboral tras la pandemia, ya que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo que se han creado y que permiten reducir poco a poco la tasa de paro son para dar cabida al alza de una inmigración, que no trae consigo mejoras de valor añadido.

A la vista está que revertir el modelo económico es algo que no se hace de la noche a la mañana y que pasarán muchos años hasta que España puede también presumir ante el resto de una elevada productividad y de un mayor PIB per cápita.

Pese a todo, el informe del BBVA que antes mencionaba, sí destaca una tendencia positiva en la productividad que arrancó en 2022. No en vano, el servicio de estudios de la entidad financiera vasca asegura que la competitividad por trabajador mejora en los últimos tres años por encima de la propia que presenta tanto la eurozona, como la Unión Europea en su conjunto. Dicha mejoría pudo haber arrancado en 2021 pero los ERTES que se implantaron para frenar los despidos masivos por motivo de la pandemia restó esas décimas necesarias a la productividad española.

Pero lo más importante es que las cosas parecen que también están empezando a cambiar en el ámbito de la productividad laboral, donde España ya crece más que el resto. Esto supone una victoria totalmente inesperada para nuestro país, que resulta muy positiva en aras de mejorar la riqueza de todas las familias. Dicho triunfo no se ha producido por un cambio en el modelo productivo, lo que como ya se ha comentado llevará muchos años, sino porque el sector turístico está ganando competitividad al ser capaz de atraer a un mayor número de visitantes extranjeros con más poder adquisitivo. Esto eleva el gasto por turista y, con ello, la facturación de cada trabajador respecto a las horas laborales.

El turismo, por tanto, está enseñando el camino a seguir para el resto de sectores. Si una industria tan madura como es la vacacional logra reinventarse consiguiendo más y mejores visitantes, otras como la industria o la tecnología, donde existe más margen de mejora, también pueden lograrlo.

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