David Andrés,
Director General Esker Ibérica
“La inteligencia artificial y la automatización son herramientas poderosas para optimizar la gestión financiera”
Efectivamente, estos últimos 20 años han supuesto un cambio radical para los profesionales financieros, tanto en lo que afecta directamente a las finanzas corporativas, como derivado del desarrollo tecnológico y de la transformación del talento.
Si nos fijamos en el primer punto, las finanzas corporativas, podemos destacar como a todos aquellos retos clásicos tales como mantenerse al día de las leyes, adaptar los procesos, mitigar los riesgos, anticiparse a los cambios, etc. se suma ahora el reto de la ESG.
El CFO actual está ahora más que nunca en el centro de la estrategia de la empresa, es responsable del impacto de las operaciones en el medioambiente y en el entorno social, ha de ser capaz de equilibrar la eficiencia con la resiliencia, y estar preparado para los desafíos cambiantes del mundo empresarial.
Esto incluye la transición hacia prácticas más sostenibles, la medición de indicadores ESG y la comunicación transparente, implica prepararse para las crisis, ser capaces de adaptarse rápidamente a los cambios y garantizar la continuidad del negocio.
La clave para ello es el segundo de los ejes que mencionábamos más arriba, la tecnología con la IA a la cabeza y el cambio de paradigma que impone. Es un hecho que la tecnología está en la base de todos los sectores y que en los próximos años veremos como aquellas compañías que no son capaces de incorporar la IA a su actividad quedan rezagadas, otras que conseguirán incorporarla y con ello incrementar su productividad y rentabilidad, y un tercer grupo de empresas que, impulsadas por el cambio de era que conlleva, serán capaces de crear nuevas formas de hacer las cosas.
Pero, atención, porque es ahora cuando resulta decisivo elegir aquella tecnología que realmente sirve a nuestros objetivos y que tus equipos van a usar. Para ello, es importante empezar por lo básico, planteando preguntas sencillas: "Qué tal funciona mi proceso de cobro?" "¿Qué ratio crediticio tengo en mi cartera de clientes?" "¿Cuánto dinero no he cobrado este año?" "¿Y el año pasado?" y viendo cómo la tecnología puede ayudar a dar respuesta.
Además, estoy convencido de que la tecnología, por muy potente que sea, no es una varita mágica que vaya a resolver todos nuestros problemas. La transformación digital supone un viaje, un proyecto en el tiempo que abarca todas las áreas, y todos los ciclos de gestión de la empresa.
Para el mundo financiero, esto supone incorporar al juego un proceso clave como es la automatización, y con esto no me refiero a sustituir al personal sino a considerar que existen tecnologías como la IA y verlas como herramientas que hace algunas cosas mejor que un ser humano. Por ejemplo, la IA es mucho mejor que los humanos procesando datos, detectando errores, identificando tendencias, notificándonos cosas que ni siquiera seríamos capaces de captar con el ojo y el cerebro humanos. Por eso, la inteligencia artificial es una herramienta que nos hará mejores en nuestro trabajo.
Esa es también parte de la respuesta para las nuevas generaciones que se están incorporando al mundo laboral: tenemos las herramientas que van a hacer el trabajo pesado por ti. No vas a tener que procesar todos esos documentos, todo ese papel, todos esos números, como hacíamos hace 20 años. Pero, eso sí, tendrás que tomar decisiones basadas en lo que te muestren esas herramientas.
Ese es el enfoque que nos permitirá ser resilientes y seguir creciendo a pesar de las incertidumbres.
Hace pocos meses leí un informe de Gartner que analizaba el rol cambiante del CFO en el mundo. Entre sus conclusiones destacaba que no hace mucho, los CFO eran considerados meros contables y pisa teclas de calculadoras. Pero eso está cambiando. Hoy en día el papel del CFO se está transformando en un motor de creación de valor y un catalizador de la digitalización, encargado de ampliar los límites corporativos y de liderar iniciativas estratégicas.
El nuevo CFO no es una figura solitaria encerrada en su despacho, es un CFO colaborador que necesita aliados tecnológicos que lo acompañen en este viaje y le permitan jugar en equipo con los distintos elementos de su ecosistema.
Además, las nuevas generaciones que llegan al mundo laboral traen nuevos paradigmas, distintas exigencias, demandas, expectativas. Y el CFO también lo ha de tomar en cuenta, porque impacta en su propio rol, y porque el suyo también está cambiando. El CFO actual tiene que ser capaz de conectar y tener esa visibilidad 360º para intervenir en cualquier momento y lugar, de forma oportuna.
Para explicar esto voy a tomar prestado un concepto que se usa mucho en Marketing, la Pirámide de Maslow, también conocida como la pirámide de las necesidades, pero aplicándola al mundo de la empresa y más concretamente al área de las finanzas.
En su obra "Una teoría sobre la motivación humana" (1943), Abraham Maslow exponía cómo el ser humano sólo es capaz de aspirar a deseos más elevados una vez que ha satisfecho sus necesidades más básicas. En la base de su pirámide están las actividades más básicas y fisiológicas: respirar, alimentarse, beber agua, descansar...sin las cuáles no podemos existir.
Llevando este símil al mundo de las finanzas, hablaremos en primer lugar de tareas ineludibles, tales como cerrar los libros, registrar transacciones, realizar los pagos de impuestos, pagar a nuestros proveedores y empleados, etc. Para ello, necesitamos disponer de efectivo, de solvencia, de ingresos que permitan operar. Ya en este primer nivel están las consideraciones de organización, estructura, procesos, como condiciones sine qua non para sobrevivir en un entorno tan cambiante como el actual donde todo (ciclos, crisis, leyes a aplicar) se ha acelerado al máximo. Por eso, apostar por la tecnología y la digitalización no es una opción. Está en el primer nivel de las etapas de la pirámide.
En el segundo nivel encontramos la necesidad de seguridad, de protección. En la empresa, se traduce por evitar los riesgos de cualquier tipo: impagados, fraudes, ataques cibernéticos, crisis de reputación, cualquier cosa que ponga en jaque nuestra solvencia. Aquí entra la tecnología predictiva, la IA que permite hacer simulaciones, análisis de tendencias y de probabilidades, gracias a una visión completa sobre la situación real de todo lo que ocurre en la empresa, en la forma de cuadros de mando.
Estar en el segundo nivel nos habla de su importancia para la resiliencia corporativa. El hecho de conocer los patrones de comportamiento de nuestros clientes nos puede proteger, por ejemplo, de los periodos medios de cobro demasiado largos o de los riesgos de impagos, entre otros.
En el tercer escalón de la pirámide de Maslow está la necesidad de socializar, de afiliación a un grupo con el que nos sentimos a gusto, ya sea por ideología, deporte, afición, etc. En la empresa, esto tiene que ver con el lado más humano de la gestión corporativa: la ESG. La empresa forma parte de un todo: su entorno social, su impacto en el medio ambiente, sus empleados, sus proveedores, sus clientes. Y actualmente el CFO es también responsable de las cifras que traducen el impacto de las operaciones de su empresa. El informe no financiero trata de esto: de cuánto impactas negativa o positivamente, en el ecosistema.
Hay soluciones en el mercado que puede ayudar en esta difícil labor, porque la normativa CSRD ya está aquí y requiere que todas las grandes empresas cumplan con ella. Queremos aportar nuestro granito de arena en este sentido: ayudamos a medir sistemáticamente el peso en CO2 de la cadena de suministro gracias a la Inteligencia Artificial incorporada en la gestión de proveedores.
Llegamos finalmente al cuarto y quinto escalón de la pirámide centrados en el reconocimiento y la autorrealización: ¿quién no quiere sentirse identificado con el grupo para el que trabaja? ¿sentirse orgulloso de él? Quien no sienta esto está en el lugar erróneo y debe cambiarse de trabajo inmediatamente so pena de caer en depresión. La autorrealización, el deseo de llegar hasta lo más alto, es uno de los principales vectores de éxito de toda empresa porque constituye el grado de motivación de sus empleados. Y una vez más, la tecnología también tiene mucho que ver.
Porque sin la herramienta adecuada hoy en día, resulta casi imposible prosperar y, sobre todo, porque como ya hablábamos más arriba, el CFO actual no debe ni puede trabajar solo. El nuevo líder financiero debe ser el piloto tras un cuadro de mando de visión 360º alimentado por una buena digitalización de procesos y datos. Y además de las competencias técnicas, tiene que saber elegir a su partner tecnológico, y jugar en equipo, con su equipo, pero también con todos los elementos de su ecosistema.