Cristina Balaguer
CFO de Esker Ibérica
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El viraje hacia la sostenibilidad corporativa ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación para las organizaciones. Y en este cambio también se está redefiniendo el rol del departamento de finanzas, situando a los directores financieros (CFO) en el centro de dicha evolución. La integración de criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en la estrategia corporativa no solo responde a una demanda creciente de la sociedad, sino que también presenta una serie de retos y oportunidades para las empresas.
El CFO ha pasado de ser un mero gestor de números a convertirse en un actor clave en la estrategia de sostenibilidad de la empresa, ya que las finanzas corporativas han de incluir ahora criterios climáticos y de cadena de valor, haciendo que la gestión resulte más completa, pero también más compleja. Además, deben garantizar que los compromisos de sostenibilidad sean medibles, financiables y rentables, siendo la trazabilidad, la solidez y la integridad valores fundamentales en la gestión financiera.
Otro reto importante es integrar la tecnología y las alianzas internas para cumplir los objetivos ESG. A lo largo de los últimos años, el desarrollo de tecnologías en torno a la automatización ha demostrado cómo colaboran en la recopilación y análisis de datos, convirtiéndose en un factor clave para integrar la sostenibilidad en la gestión financiera y mejorar la competitividad.
La digitalización y la automatización son esenciales para mejorar la trazabilidad, el reporting y la eficiencia en la gestión de la sostenibilidad. Las plataformas tecnológicas permiten la recolección, validación y trazabilidad de los datos, reduciendo riesgos y mejorando la transparencia. Además, la inteligencia artificial y la analítica avanzada se utilizan para modelar y predecir el impacto de los factores climáticos y de sostenibilidad.
Y es que la tecnología no solo ayuda a cumplir con las normativas, sino que también supone una ventaja estratégica al preparar mejor a las empresas para el cambio. Es un hecho que las organizaciones que son líderes en sostenibilidad fortalecen sus procesos de reporting porque comprenden que la transparencia mejora la competitividad.
Visto todo lo anterior, podemos afirmar que la sostenibilidad ha pasado de ser una cuestión de marketing a una función integrada en finanzas, que requiere equipos multidisciplinares que combinen experiencia en auditoría, compliance y control interno.
Y de nuevo, es el CFO quien debe asumir la responsabilidad –nada sencilla– de evaluar la viabilidad de los compromisos de sostenibilidad, alineándolos con la rentabilidad del negocio y tomando decisiones responsables sobre qué iniciativas apoyar.
En el sector financiero, la sostenibilidad se ha integrado en todos los niveles, desde el consejo de administración hasta comités ejecutivos y departamentos específicos de planificación ESG. Si bien hasta hace relativamente poco, las inversiones ESG se percibían como un coste necesario, pero sin retorno económico, ahora sabemos a la luz de los datos que los productos financieros sostenibles ofrecen ventajas en precio a las empresas que cumplen criterios ESG, apoyándose en la taxonomía de la UE y en normativas internacionales.
A pesar de los avances, existen desafíos significativos. Uno de ellos es la falta de expertos en normativas ESG y en la implementación de sistemas tecnológicos de sostenibilidad. Además, la descentralización del dato dificulta su captura, verificación y consolidación en el reporting. Y sobre todo ello, hay que convencer a la dirección de que la inversión en nuevas tecnologías es una ventaja competitiva y no solo un requisito regulatorio.
Por otro lado, aunque la inteligencia artificial avanza rápidamente, aún no se explota todo su potencial en sostenibilidad debido a la falta de datos estructurados. A nivel europeo, la Ley Ómnibus ofrece un margen para implementar tecnología y cumplir con los objetivos de sostenibilidad de manera progresiva. Además, ha reducido la carga administrativa en al menos un 25% adaptándose mejor al día a día de las empresas, lo que supondrá una mejora en la competitividad de estas.
La sostenibilidad es una oportunidad para hacer las cosas de forma diferente y más competitiva. No debe verse solo como una regulación, sino como un elemento clave para crear valor a medio y largo plazo. Integrar la sostenibilidad en la estrategia de negocio implica digitalización y automatización para mejorar la trazabilidad, el reporting y la eficiencia, además de optimizar costes e impulsar inversiones sostenibles.
El rol del CFO es esencial en este proceso, asegurando que la sostenibilidad sea medible, explicable y alineada con la estrategia global de la empresa. Y la tecnología es fundamental para gestionar marcos normativos, mejorar la eficiencia en la elaboración de informes y garantizar una experiencia óptima para todas las partes involucradas.