David Cano Martinez,
Socio de Afi y director general de Afi Inversiones Globales, SGIIC
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En el último trimestre de 2024, el PIB de China avanzó un 1,6% en tasa trimestral, lo que permitió que el año se saldara con un crecimiento del 5,0%. Justo en línea con el objetivo de las autoridades del país, que repiten meta para 2025. La previsión del FMI no es tan optimista ya que, en la reciente actualización, maneja un 4,6% (si bien es cierto que todavía no se contaba con el registro del último cuarto del pasado año).
Crecimiento del PIB y previsión (Afi vs FMI) y diferencia en la última actualización del FMI
El avance del PIB chino sigue dependiendo en gran medida de la misma palanca que en los últimos años: el sector exterior. Como muestra, las exportaciones avanzan un +20% anual gracias al adelanto de compras de la UE y EE. UU., y la diversificación hacia África y Latam. Aquí comienzan los retos para los próximos meses. El primero, y más obvio, el impacto negativo de la política comercial de la Administración Trump. Tiene sentido pensar que el sector exterior no va a aportar tanto crecimiento, por lo que la vista se gira hacia la demanda interna y, más concretamente, el consumo de las familias.
Pero este componente del PIB no está evolucionando tal y como se podía esperar. Se cuenta con un elevado nivel de ahorro, cierto, pero además de estar materializado en inmuebles (lo que dificulta su licuación para dinamizar el consumo), parece que no existe una elevada (o suficientemente elevada) confianza en el futuro para que aumente la propensión marginal al consumo por parte de los ciudadanos. Algún día sucederá, pero de momento el PIB de China no consigue apalancarse en este componente.
Ello, en un contexto en el que existe una burbuja de valoración en ciertas tipologías de inmuebles al tiempo que se da un exceso de oferta en determinadas zonas. Son necesarias medidas contundentes para acabar con el desequilibrio en el real estate en este país. Desde primavera se están anunciando medidas (estímulos, creación de banco malo, etc.) que, aunque van encaminadas de forma correcta, deben diseñarse y aplicarse de forma más ambiciosa.
Más consenso existe sobre cómo la alta tecnología puede ser el motor de crecimiento del PIB de China en los próximos años. Pero aquí encontramos dos factores limitantes. El primero, el cuello de botella que supone la menor capacidad de China de diseñar y fabricar chips. La desventaja se cuantifica entre 3 y 5 años. El segundo, el menor desarrollo de su mercado de capitales (en concreto, el bursátil) y, sobre todo, el “rechazo” por parte de las autoridades políticas del país amparados en los desequilibrios que puede generar en las desigualdades en renta y patrimonio.
Pero el desarrollo de Silicon Valley ha constatado que el ecosistema necesario para materializar las ideas innovadoras en tecnología solo está completo si cuenta con una infraestructura financiera que permita la puesta en contacto de inversores con innovadores, y esta infraestructura son los mercados de capitales. Cuando se requiere dinero para materializar proyectos con elevado componente intangible y, sobre todo, elevada incertidumbre sobre su resultado, el crédito bancario “se queda corto”, dado que no puede (no debe) asumir vía préstamo el riesgo de crédito que exigen estos proyectos. Es el mercado bursátil el que se ajusta en mejor medida a las necesidades de financiación de la alta tecnología en todas sus fases vitales. Porque, además, permite la canalización de la inversión procedente de otros países, incrementando así el volumen disponible para el desarrollo. Ninguna economía cuenta con flujo inversor doméstico suficiente: todas necesitan capital desde el exterior, y la infraestructura para canalizarlo es la bolsa. Es un error pretender desarrollar la alta tecnología sin facilitar el crecimiento del mercado bursátil. La reivindicación de la bolsa como mecanismo imprescindible para la expansión de la alta tecnología es extensible a figuras como el capital riesgo. Como es sabido, la única diferencia entre los dos es si las acciones en las que se invierte están o no cotizadas. Desde el punto de vista de la función de los dos, es la misma. Para que la alta tecnología sea una palanca de crecimiento del PIB es necesario contar con una infraestructura financiera que permita la canalización de los flujos de inversión tanto de inversores nacionales como extranjeros. En este punto, las diferencias ideológicas con las autoridades chinas parecen elevadas.